URANO Y YO




Urano es un planeta descubierto y nombrado por los astrónomos a fines del siglo 18, pocos años antes de la Revolución Francesa.
Urano es un dios que está presente en los mitos griegos. El padre o abuelo de todos los dioses del Olimpo, es el Cielo estrellado, inmóvil, de las constelaciones más allá de los planetas. El primero, el origen, el fecundador de Gea.
En el mito, era muy fértil, tuvo innumerables hijos con Gea, la Tierra. Raros y monstruosos, como los dinosaurios. Pero fue castrado y ahora es un hombre muy viejo sin identidad sexual, un eunuco.

Se asocia a lo imprevisto y a lo extranjero o extraño, porque llega desde otro mundo, más allá de los planetas. A lo que rompe estructuras sociales antiguas, se lo llama "el rompe huevos". El eterno disconforme, el "raro", el que no se acomoda a lo establecido porque la imagen que tiene en mente de lo que es la perfección de su modelo choca con lo establecido.
En este último sentido es compañero de camino de Venus, tanto la de Tauro como la de Libra
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La de Tauro porque la Naturaleza de la materia, la forma -que representa Tauro- es algo inacabado, en constante mutación, en busca de la forma perfecta que asegure la supervivencia de la Vida. La exuberancia de formas de la Vida, el camino evolutivo.
La de Libra, por su necesidad de equilibrio y armonía que siempre sopesa las opciones agregando y quitando para equilibrar yin con yang. La perfección del modelo es armoniosa, separa y une yin con yang, vacío y lleno, luces y sombras.

El lugar del zodiaco donde Urano está en casa, es el signo de Acuario y la casa 11. Tengo a Venus en Acuario, en casa 10. Es lo más visible de toda mi carta.

El Sol no está cómodo en Acuario, es un lugar de crítica constante, de cambio incesante, de pasión colectiva. No es buen lugar para el sol, para el Yo Soy.
Para Mercurio Marte y Venus, sí. La palabra encendida por la utopía, la arenga pública, la convicción sostenida con voluntad.
Para Atenea, la diosa que ama el saber y a los filósofos, la que no tolera la repetición y agradece cada idea nueva que aparece y Mercurio; el de mente ágil, el que vende bien, el de la palabra fácil. El amigo de todo el mundo.

Mercurio también es raro, como Urano, es hermafrodita, es yin y yang por igual. Es mental, es aéreo, es virtual, existe en la interfase, en la comunicación de los opuestos.
En casa 11 hay amigos que son compañeros de camino, camaradas y correligionarios, los que se agrupan tras una utopía. Eso los une; hay algo que pueden hacer mejor cuando se agrupan, que cada uno de ellos por separado.

La casa 11 es un buen lugar para el Sol, allí tiene muchos compañeros de camino, está cómodo. Allí está mi sol, en Aries. He tenido infinidad de compañeros de camino, de encuentros en encrucijadas; allí nos unimos y -en otra encrucijada-, nos separamos. Para mí, eso es la vida; porque tengo al sol en casa 11 y no conozco otra cosa.
En Astrología, también, todo depende desde dónde se mira y mi sol ilumina desde casa 11. No puede ser de otra manera, así es mi vida, siempre fue así y aprendí a aceptar eso hace mucho tiempo. Mucho antes de conocer y estudiar Astrología.

Será porque el I Ching no es un compañero de camino de esos que no se pierden, lo llevas contigo adonde vayas y en todas partes te ayuda a encontrar la perfección de tu modelo. A destilar tu esencia.

Urano demora 84 años en dar la vuelta al zodiaco. Donde sea que se encuentre al momento del nacimiento de uno, vuelve allí, al mismo punto, 84 años después; días más, días menos.
Si dividimos esos 84 años por 12, que son los signos del zodiaco, el resultado es 7 años. Entonces Urano está 7 años en cada signo; días más, días menos.

Urano, en mi carta natal, está terminando el segundo decanato de Géminis, en mi casa dos Géminis; porque nací a las 10:30 de la mañana con el Sol en 5º de Aries y entonces el ascendente es en Tauro y la casa 2 es Geminis. Urano está ahora saliendo de Aries y por entrar en Tauro, el signo de mi Luna y mi ascendente. Está en mi casa 12.
No puede ser de otra manera, a eso no lo elegimos, como no elegimos las cartas en un juego de baraja.

Y acá, por fin, estoy llegando a la cuestión que explica el título de esta entrada.

Hoy fui al centro, nunca voy al centro de mi ciudad. Para mí, es un infierno ir al centro en una ciudad que durante mi vida creció de 375 mil a 2 millones y medio de habitantes. La congestión de gente y de vehículos en sus calles coloniales de 10 metros o 12 metros de ancho es caótica. Las veredas angostas, la ausencia de espacios verdes, el transporte público incapaz de resolver la maraña, el aire contaminado.

Tenía que hacer un trámite en un edificio público, la sede central de la municipalidad. 12 pisos, ascensores, subir al séptimo piso. Ascensor sí o sí, los techos son altos y yo tengo 71 años a cuestas y fumo. Ascensor acá significa mucha gente amontonada esperando poder entrar en alguno. Dos subían al séptimo piso, uno estaba descompuesto. Lo usual, lo que ya sabes que sucederá y estás preparado para eso.

Para lo que no estaba preparada era para los encuentros. Aunque sabía que Urano pasando por tu casa 12 tiene este tipo de cosas por haberlo leído, una cosa es leer y otra es vivir. Que aparecen personas de tu pasado remoto y no cualquier persona. Personas peculiares, uranianas, de tu pasado remoto. Dos millones y medio de personas es mucho para encontrarse con una de ellas frente al ascensor siendo que NUNCA voy al centro, ¿cierto?

No fue todo, luego voy al colegio de mi nieto que está en el centro, a buscarlo y volver con él. Mientras lo espero en el patio del colegio se hace presente otra persona peculiar, uraniana, de mi pasado remoto. Que si me acordaba de él, sí que me acordaba. En un espacio y un tiempo distinto al del primer encuentro. Ambos en lugares y tiempos de gran expansión de la conciencia, de mucha libertad interior.

Uno teme un poco en estos encuentros, que las personas se hayan quedado  dolorosamente atrás. Pero como es Urano el que lo hace, ninguna de las dos parecía haberse quedado atrás. Haberse detenido en alguna parte y resultar pesados, adocenados, haber perdido el brillo en los ojos. Ambos compañeros de camino de casa 11.

El asunto es que uno vuelve con el pasado refrescado por estos encuentros, uno vuelve recordando quién era aquí, quién era allá, porqué estuvo allí, con ellos, qué los unía, por qué se separaron en otra encrucijada, uno se revisa con estos encuentros.
Lo interesante es que nos unía el amor por las mismas cosas, que por eso estábamos allí y caminamos juntos un tiempo. El amor es un gran aglutinante, el odio también. Se distingue por el brillo de los ojos, el brillo es distinto. Ambos brillan, pero uno es alegre y baila como Tui y el otro es fanático y punzante como Chien. Ambos son metal y ambos brillan.

 El viernes tengo que volver a la misma oficina, estaré más alerta, más avisada que hoy. Quién sabe con quién me encuentre este próximo viernes.





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